sábado, 27 de agosto de 2011

Mordiendo tu labio inferior...

No tengo miedo a tu propio miedo, me abriré paso por esa senda que desborda de sal tus entrañas, sé que el miedo hará palpitar tu corazón cuando en mi boca quede el poso dulce de tu propia boca, labios que se me ofrecen con candor y que yo con mis propios labios desbocaré en pasión y arrebato, lo dulce y lo salado, el miedo no será obstáculo para fundir mi cuerpo con cada uno de tus labios, porque mi firmeza contra tu temblor de manos sólo puede llevarte al estremecimiento, porque tu cuerpo se rebela contra tu mente, porque tu cuerpo es el cuerpo de un animal instintivo que no entiende de miedos y sí de impulsos, y tú, mientras, aúllas a la luna que se llena de palidez, y mil caballos mueren, y las mareas se estrellan suicidas contra el acantilado porque no pueden evitar lo que es propio a su naturaleza como a la naturaleza de nuestros cuerpos les es propio el deseo, yo en mi firmeza/tú en tu temblor, tú sabes/yo sé cuál es el fin del trayecto, te me enmarañas/te enmaraño, ambos enmarañados, tu sal/mi sal, nuestra dulzura/nuestra dulzura… nuestra dulzura.